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Declaración Capitular

Ante el dolor de la humanidad, lastimada por el pecado, la delincuencia, la migración, la deshumanización y que es fruto de una visión del hombre como mercancía y no como persona, nos preguntamos, ¿cómo podemos responder desde nuestro carisma? Y ante este reto nos comprometemos a:
Hacer vida “la doble mesa de la Palabra de Dios y de la Eucaristía, que edifica la comunidad, sea para todo paulino la fuente de donde se alimenta para reavivar el don recibido, para acrecentar la fuerza apostólica y para superar lo que crea división”. (x cgssp, 2.2)
Concentrarnos de modo especial en la persona, es decir en el paulino como “apóstol comunicador y consagrado”, pues “el apostolado es un fruto, y el fruto viene de la planta: si la planta está sana, el fruto será abundante; pero si la planta está enferma, el fruto o faltará o será escaso” (fsp 1951, 223).
“El valor fundamental de la comunidad lo constituyen las personas que la componen, y el fin de la misma es la ayuda fraterna para santificarse, todos en la propia entrega al apostolado”.
Vivir en continua conversión integral, lo que implica a la persona, las estructuras, Familia Paulina, nuestros colaboradores laicos y nuestros interlocutores, con nuestros medios tradicionales y los de los ambientes digitales.
Hacer nuestra la cultura del encuentro, como Iglesia en salida y yendo al encuentro de nuestros interlocutores, dando prioridad a las víctimas del sistema, incluida la tierra (ecología), que nos interpelan y que son los más queridos por Dios.
En comunión con la Iglesia universal, queremos vivir nuestra misión con intrepidez y en sinodalidad, que significa escuchar, reconocer el valor del otro como sujeto de diálogo, brindar misericordia, respetar las diferencias y buscar la complementariedad, dejando fuera la tradición de imponer al otro el propio criterio.
Los Miembros del XIII Capítulo Provincial Programático
Cuernavaca, Mor., 19 de agosto de 2019