Instituto Jesús Sacerdote
Está compuesto por sacerdotes y obispos diocesanos. Su característica es la secularidad. En Cristo, el sacerdote se alimenta de la Palabra y de la Eucaristía. En Cristo unen oración, estudio, misión, consagración, llevando todo a una síntesis vital en el amor, hasta llegar al ideal paulino: "Vivo, pero ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gal 2, 20).
Cristo el Maestro y el Pastor es el principio y el fin de la espiritualidad y el ministerio del Instituto, cuyos miembros buscan tener fe en las palabras de Jesús, seguir su ejemplo, vivir su pasión con la esperanza de compartir su resurrección como testigos visibles de su vida. Presencia invisible, para que la humanidad conozca a Jesucristo y su Evangelio.
"La devoción a Jesús, Divino Maestro, Camino, Verdad y V ida, será más perfecta si está precedida y acompañada por la devoción a María, Reina de los Apóstoles" (Beato Santiago Alberione). La vida sacerdotal encuentra en María el motivo y modelo perfecto de unión con Jesús. En la misión de dar a Jesús al mundo, los apóstoles y los evangelistas se inspiran en él. Misión representada en el icono de la Reina de los Apóstoles.
El Instituto considera al apóstol Pablo como "un médico de los gentiles y un predicador de la verdad en todo el mundo", como su patrón, modelo y protector. Los miembros mantienen con Pablo la unión continua de mente y corazón, para conocer sus pensamientos y obras, para imitar sus virtudes y para asimilar el espíritu.
Razones para la profesión perpetua de los consejos evangélicos en el Instituto Jesús Sacerdote:
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el valor intrínseco de los votos de obediencia, castidad y pobreza, para la alabanza de la Santísima Trinidad;
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la grandeza del carisma paulino: la centralidad de Cristo en la vida espiritual y la universalidad del corazón de Pablo;
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la presencia y la urgencia del apostolado paulino: el Jesucristo total, para todos los hombres, con todos los medios, especialmente con los medios de comunicación social.